Bendigo, Dios, esta espuma.
Bendigo Cielo e Infierno.
Bendigo este mar eterno
que se confiesa en la arena.
Y bendigo a la nena
y a la vieja que me habitan
porque sé que hoy tengo cita
con la existencia entera.
La vida es una escalera
con algo de calesita.
¡Cuánto será nuestro amor!
Bendigo hoy cada paso
aunque alguno duela tanto.
Bendigo sagrado el canto
que me asiste en esta empresa
de liberar mi cabeza
de lo que no es verdadero.
Bendigo sin fin mi cuero
que reúne cada parte
y hace de mi sangre el arte
de un ubicuo extranjero
que la llenó de amor.
Bendigo total el acto
de lo que no tiene intento,
bendigo su movimiento,
su tiempo y lugar exacto.
Bendigo el secreto pacto
del caracol sin pinceles
con los mil atardeceres
que le prestan sus colores;
lo mismo todas las flores
y la gente sin papeles
vistiéndose de amor.
Bendigo la luna nueva,
la marea que me toca.
Bendigo todas las bocas
que me besan, que me muerden.
Y todo lo que me duerme
esperando un sueño humano
que me afine, de este plano,
sostenidos y bemoles.
Bendigo todos los soles
que me muestran a mi hermano
para que vea el amor.
Bendigo al fiel compañero
que me unificó en la cama
compartiéndome su trama
y enredándose en mi historia,
espejo de guerra y gloria
gritando lo que me falta
integrar (es la más alta
profesión que nos incumbe).
Cuando me abrazo al derrumbe
siento cómo el alma salta.
Y te agradezco mi amor.
Bendigo por fin la alianza
de mis huellas con el viento
que, no importa lo que siento,
sabio siempre se las lleva…
Y ningún mapa me queda
pa’ fingir ir a buscarme
porque nada puede anclarme
con lo que se encuentre afuera.
A cada hora mi manera
dice si soy luz o carne.
Voy aprendiendo el amor.
Y mis inseguridades,
teniéndome amenazada,
bendigo la coordenada
de mi mente en que se alojan.
Mi mente, que se le antoja
bajar del estante el eco
de un discurso ya reseco,
maquinita de dolor…
Bendigo mi desvalor
con todo su texto hueco
porque estoy hecha de amor.
Nokomis, Estados Unidos, Julio de 2012
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